ACOMPAÑAR EN LA ENFERMEDAD, LA MUERTE Y EL DUELO
“Toda la vida del Maestro fue una apertura y una entrega a los enfermos. Vivió rodeado de ellos porque fue permanentemente en su busca; supo dar respuesta a sus esperanzas; se preocupó de sus personas; curó sus enfermedades; sintió profundo dolor cuando alguien hacía sufrir a alguno de sus hermanos; les ofreció la seguridad de que Dios, su Padre, no les abandonaría jamás”.
“Jesús no pasó de largo ante los enfermos, el sector más desamparado y despreciado en la sociedad de su tiempo. Se acercó a ellos, se conmovió ante su situación, les dedicó una atención preferente, buscó el contacto humano con ellos, por encima de las normas que lo prohibían, y les libró de la soledad y abandono en que se encontraban reintegrándolos a la comunidad. Así es como concibió el Reino de Dios que vino a predicar e instaurar”.
“Uno de los datos que, con mayor garantía histórica, podemos afirmar de Jesús es su cercanía y su atención preferente a los enfermos…Cuando entra en una ciudad o aldea, su mundo preferido es ese submundo de enfermos a los que se les niega la dignidad y los derechos mínimos sin los cuales la vida no puede ser considerada humana” .
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