Internet forma parte de nuestra vida cotidiana. Antes era necesario, encender el ordenador, conectarse a
Internet, ahora está aquí, es un lugar para estar en relación, para compartir ideas e intereses.
Internet es un hecho, no se trata de aceptar o rechazar, está ahí. Y es que internet no es el conjunto de
cables, módem, teléfonos móviles que lo forman; como tampoco un hogar son las paredes o muros de la
casa que la constituyen, es algo más.
El objetivo de la Iglesia, no es estar a la última. La tarea de la Iglesia es comprender el valor espiritual de
Internet puesto que incide en la vida del hombre. Comprender y ayudar a que la red sea aquello que debe
ser a la luz del plan de Dios sobre la humanidad. Es una tarea increíble, enorme; es la reflexión que ayuda a la Iglesia a aquello que sueña Dios para la Humanidad.
En 1964, PabloVI dirigiéndose a los Jesuitas dijo: la ciencia y la técnica nos hacen ver nuevos misterios. El cerebro mecánico viene en ayuda del cerebro espiritual. El esfuerzo de infundir en los instrumentos
mecánicos el reflejo de funciones espirituales es un servicio tan elevado que toca lo sagrado.
Es gracias a la tecnología que la materia puede ofrecer al espíritu un sublime obsequio, y esta es la visión que debemos tener. No es tanto la Teología Moral la que nos ayuda a utilizar Internet, sino la Teología Espiritual.
Así el Homo tecnológico es el mismo que el Homo espiritual.
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