FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
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Olegario González de Cardedal
Toda reflexión crítica, a diferencia de la actitud ingenua, parte de la percepción refleja del lugar y tiempo, del contexto y cerco al pensamiento en el acto de pensar, no para volver siempre sobre ellos sino para ser consciente de los límites y posibilidades que ellos crean. La vida humana es un milagro de unidad y de complejidad, de continuidad y de rupturas. El hombre llega a sí mismo en la medida en que diferencia los diversos pliegues y despliegues de su existencia. Estas afirmaciones valen tanto para el filósofo como para el teólogo, para el creyente como para el increyente.
El solar de la filosofía y de la teología
A todo texto escrito precede un lenguaje, a todo lenguaje un uso de la razón, y a toda razón una forma de vida. A la altura del pensamiento en el siglo XXI ya podemos diferenciar esas implantaciones en la realidad de las que brotan una actitud diferente ante la existencia y con ella un pensamiento. Éste no existe en aquella soledad, a la que Descartes nos invita separando pensar y sentir, cerrando los ojos y remitiendo nuestro espíritu más allá de las cosas, como si la res cogitans fuera absolutamente aislable de la res extensa, el pensar aislable de la vida, y la vida individual aislable de la historia colectiva. Tenemos que diferenciar, pero no podemos separar:
1. Formas de vida.
2. Usos de la razón.
3. Juegos del lenguaje.
4. Textos escritos.
Los hombres nos diferenciamos por aquel último rescoldo de evidencia que nos sustenta a cada uno y por la implantación primordial que tenemos en la existencia. De ella deriva la forma de vida que llevamos, a partir de la cual nacen las relaciones que instauramos y las que evitamos, las reflexiones que consideramos esclarecedoras y las que nos parecen insignificantes. Esa implantación primaria en la realidad es como la raíz y el tronco de los que toman su savia todas nuestras acciones y decisiones. Tal implantación no es un absoluto que deba prevalecer sobre la historia ulterior, sino que debe ser reasumida desde un lúcido ejercicio de la razón, desde la abertura a la historia anterior y desde la comunicación con el entorno inmediato. Implantación primordial y decurso ulterior son los dos polos de una vida.
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